Mark Manson’s “Writing Prompts”
- ¿Qué dolor quieres soportar?
- ¿Por qué cosas estás dispuesto a esforzarte?
Estas preguntas y similares me hacen compañía desde ya hace unos tres años. Tengo la certeza de que mi vida ha cambiado y seguirá moviéndose en torno a ellas en los años por venir.
Durante la adolescencia me fue difícil aceptar que algunas veces toca sacrificar unas cosas por otras. Qué no todo lo puedo tener.
Ahora pienso: “Y qué si tengo que renunciar a algunas cosas? ¿Acaso sería tan malo?
No es en realidad una renuncia reemplazar Instagram por un buen libro; comida rápida por comida saludable; golosinas por frutas; salir a tomar por una buena noche de descanso, en mi cama limpia, en mi cuarto seguro, lejos del exceso y el ruido. O quedarse en casa estudiando, descansando, en silencio, en vez de dedicarse a cualquier otra actividad más “lúdica”. ¿No es esto más un privilegio?
No digo que estas sean los únicos tipos de renuncia, o que en mi vida no hayan renuncias (me viene a la cabeza que las actividades enlistadas son cosas que hago más bien por naturaleza, y la renuncia sería en el caso contrario, por socializar, o encajar…). Sí las hay. Renuncio a estar con mi madre y hermanas para estar en un país lejano.
Renunciamos todos acaso cuando trabajamos, más aún aquellos que no tienen la fortuna de trabajar en lo que estudiaron, o simplemente en lo que desearían trabajar.
¿Se renuncia a conocer el mundo? A no ser partícipe de los excesos. Muchas veces siento al contrario, que renuncio a actividades tranquilas, cosas que yo prefiero hacer en un fin de semana, en favor de socializar en alguna fiesta, o por forzarme a ser parte de ámbitos que no me interesa.
Tal vez esa sea más mi renuncia. O puedo quedarme en casa estudiando y no relacionarme, o puedo salir a actividades que poco contribuyen a cumplir mis metas profesionales y personales.
Pienso, tal vez un poco egoístamente, que después de todo solo me tengo a mi misma.
Nadie va a recoger mis platos sucios, mis lágrimas, mis dolores, mi desorden. Nadie se va a encargar de decorarme, preocuparse por mi más que yo misma.
Cuando el espectáculo se acaba, todos abandonan la sala.
Pocos son los que se quedan hasta el detrás de escena. Pocos son los que te siguen con razones honestas y buenas intenciones. Las personas siempre queremos algo más.